10.5.10
Publicidad: Coca-Cola y las olimpiadas
(Por Bender Baruch) Antes de ser periodista visual, El Norbi era simplemente periodista. Escribía en buenas revistas argentinas contra la dictadura militar, contra los gobiernos militares, contra la pobreza, etc.
Esa época estuvo signada por las revistas El Porteño y Humor, y El Norbi perteneció a esas redacciones. Luego vinieron dos libros con parte de esas investigaciones periodísticas. Pero los noventa sedaron el espíritu de denuncia de los medios argentinos y todo fue más vacío.
Al quedarse sin trabajo, la vida le puso por delante una posibilidad única que, por supuesto, no dejó pasar. Dijo que si, cuando en realidad era no, y se sentó frente a una Mac. Lo demás es más conocido, pero el mayor cambio de vida se produjo con la publicidad, y con el pensamiento creativo detrás de un concepto.
Allí, en McCann-Erickson, y teniendo en sus manos una cuenta como Coca-Cola. Porque a la gaseosa negra no le interesaba el mercado argentino y sus piezas eran traducciones de piezas extranjeras (pattern). La necesidad (entre creativa y de subsistencia) lo hizo aprender en forma autodidacta un programa que ayudaba a redefinir las imágenes, al punto de cambiarlas totalmente o sólo un poquito y a pensar junto con sus redactores en conceptos fuertes.
Por ejemplo, la campaña que tuvo como 10 piezas que trabajó con la redactora Natalia Sternschein, durante las olimpiadas de Atlanta 96, es una prueba de eso.